No me digan, señoras y señores fans de este blog que el título no era obvio. Son las 2 y 50 minutos de la madrugada del lunes 28 de julio, si que sería martes, pero hasta que no duerma y me despierte no considero que el día ha transcurrido. Perdonen por la tardanza en la escritura de una nueva entrada pero han ido acontecimientos tras acontecimientos y eso ha imposibilitado que tuviera si quiera, una horita para escribir lo que estaba sucediendo. La última entrada era importante para nuestra comunidad y la que le seguiría no podía ser menos interesante. Hoy cuatro horas de siesta, en la calle 34 grados.
Miro mi cuarto una semana después de que empezara todo. Bueno un poco después de una semana, ahora les narraré. Colgados de los tiradores de los armarios empotrados un pantalón de hoy, una camiseta de ayer y la segunda camisa que usé por la noche. Plancha y secador aunados en el suelo. Las victoria presidiendo junto a las converse rojas la alfombra y millones de pantalones pitillo por el suelo con una caja de dentifrico sabor clorofila en el suelo, esto no se porque está ahi pero está. Los pantalones, algunos fuera y otros dentro, del macuto negro que ha protagonizado varios de los momentos sucedidos durante esta semana. Un marco de fotos sin foto y una sábana amarilla con la funda de la almohada en una esquina. Estoy sin sábanas encima del nórdico y en el cuarto rezuma un extraño olor a canela y vainilla. Les hago esta breve descripción para que entiendan, no que puedo ser un cochino que a vista de letra puede parecer, sino porque este es el resultado de un par de semanas excesivamente complicadas.
De repente alguien acabo llegando por fin sin mascarilla y vacunada contra todo, al menos en lo que ha enfermedades se refiere. Traicionando la cuarentena y como un ciclón salsero se acopló bastante bien a un ritmo que por lo visto no le era del todo desconocido. Narraría a partir del lunes pasado que es cuando realmente empezó un vaivén de maletas, ropajes y complementos pero la mega vacunada no habría recibido pinchazo alguno para moscones y seductores de venta calé. En esta genial boutique no sólo se ofertan prendas y complementos también están de saldo proyectos de sevillitas venidos a menos y de melena al son que le baila. Preferiblemente flamenco. Tras varios litros de saliva, tres legendarios con cola y una desvergüenza desmesurada acabó picándole el mosquito a la nueva adquisición llegada de la pampa. Contra eso no había vacuna ni remedio alguno. A lo hecho pecho y sobre todo, titulaciones universitarias que parece ser que es lo que pone a esta increible compañera. Cuento esto porque es este el origen real del callejerismo. Ser callejoso es una actitud y aptitudo. Porque tienes que estar predispuesto a que surja lo que sea y tienes sobre todo que aguantar la situación de la mejor forma posible.
El domingo en la sala de las peceras y silicona por doquier. La llamada comunidad, aunque discreparía yo de si una dualidad es común, como si de un gobierno nacional se tratara, enlazaba sus pactos internacionales con cualquiera que por alli merodeaba. La presidenta, impoluta como de costumbre, discreta y educada. Es la más alta del ejecutivo, a pesar de ser la menor en edad. La experta en resolución de conflictos tampoco hay que desmerecerla, capaz de quitarse de encima a esos paises plastas y pesados que intentan agasajarla y sobetearla. El ministro de transportes y logísitca, experto en trazar rutas y planes alternativos de pronto y con la menor brevedad posible. Y por último y desmerecido, como en la vida real, al poder, el ministerio de asuntos exteriores. Ella, se hace fría y se hace enterna, pero si su boca se equivocaaaaaaaaaaa. Ya lo decía Alejandro Sanz pero ella seguia. De miles de persona, digo millones, trazó vínculos con un país que de sobra se sabe que tiene poco que ofrecer. La región de Persia aprovechó esta oportunidad y no dudo en escurriñarla bastante. Tocando a diestro y siniestro a cualquier ministerio que se le pusiera por delante. Con sonrisa y semblante de barriguita, la ministra de asuntos exteriores tambien conocida como la caracol, estaba encantada de haber conseguido estos acuerdos comerciales, más tarde y tras intercambiar datos mutuos no estaría tan convencida de aquellos acuerdos. El caso es que sin saber como, bueno si se sabía con ganas y algunas durmiendo y hasta roncando, deambulábamos por las carreteras de la costa de la luz jugando al " ni si ni no ni mucho ni poco" y a "dime un número con las manos que sacamos una letra y decimos nombres propios con esa letra hasta que uno pierda", si el nombre es un poco largo pero es que no se el original. Callejosos empezaba andadura en Cádiz. Y aqui el primer cambio de ropa, las camisetas rulando de una a otra, las toallas de diseño y el bolso de loewe. Transformaciones varias que acabaría con bailes pastilleros en bermudas y sudadera. 7 de la mañana y un maletero lleno de millones de camisetas y toallas de baño para compartir. Pelota de papel de plata para las palas sin usar ese día y acampada en la playa con sombrilla de la tita y una toalla retro pop de los 70. El baile pastillero continuaba cual escarabajo pelotero retozando en arena. Pero el glamour no se perdía, seguía estando alli el loewe de dudosa procedencia y de posesión todavía por entregar. Tres tortitas aceitosas, un perro en celo y hambriento que se escapó de la casa de al lado de una niña que vive allí, y un intercambio inacabable de bikinis y tangas negros últimamente muy de moda en las playas de las costas andaluzas.
Este periplo me lleva recordar una hazaña anterior a esta callejada y que también transurrió en una playa, seré breve porque debería haberlo escrito en su día, pero bueno, homenajeamos aquel suceso ahora diciendo nada más que: pereza de fondo, siembra de nabos, sombrilla en desuso, unos niños dando el coñazo y una cámara conflictiva. Cualquiera sabe de leyes. La guerra desnuda, buen título para una novela donde el protagonista es un picoleto en playa naturista luchando contra periodistas que danzan en bolas lanzando fotografías y crónicas por doquier.
Las niñas en su casa, la legislatura había terminado y tocaba celebrarlo. Una barbacoa anticrisis, en donde la comida si te descuidas la pones tu. Una de bailes y otra de cartas. Callejosos estuvo cuatro horas con apenas 5 euros en espirales de colores jugando al poker. Todo a una mano y desafortunada la amores, afortunada en el juego. Todas las espirales para ella. La caracol sólo tuvo que poner la mano y a hacer caja. Miércoles y jueves missing hasta que el viernes al descolgar el teléfono... To be continued.
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