Ahora aparto mi voz de tu oído, ¿recuerdas?, me senté a tu lado esta mañana sin que te dieras cuenta, aparte tu pelo y creíste que era el aire de la máquina de dormir. Solamente te he recordado aquello que sucedió esta mañana, no ha ocurrido nada más. Sonreías por el cosquilleo del roce de mis dedos al volar por tu zona erógena, no te lo he dicho pero antes de llegar a tu odio, la bese. Me levantaba y me iba a trabajar, tu seguías sentada frente al espejo, con una ligera sonrisa porque sabes que ahora nada nos puede separar, que tienes claro lo que siento por ti, que daría la vida si lo pidieras y que no te voy a fallar nunca, sabes también que lo que sientes por mi es verdadero, que no tienes miedo a seguir adelante y que lo que queda por llegar no es malo, sino todo lo contrario. ¿Quieres salir conmigo?
jueves, 29 de octubre de 2009
La bolsa de pan
Llego a mi casa este medio día y me encuentro colgando del pomo de la puerta envejecida una impoluta bolsa blanca que desciende. Sin ninguna arruga, bien puesta, con sumo cuidado colocada. La abro sin saber que será y cual fue mi sorpresa que encuentro un bollo de pan, además integral. Blandito y tostado en distintos puntos por las caricias del sol mañanero sevillano. Hago la comida sin poder de dejar pensar en el bollo y lo bien que me sentará hacer barquitos con la salsa de la carne que en el fuego termina de cocerse. Todo está preparado, perfectamente armonizado para que la comida sea perfecta. Los cubiertos en su disposición vertical y transversal al mantel de bambú del Ikea que compré con ella. El vaso de cuarto de litro de agua agazapado junto a una botella de imitación a las de la leche de antaño y ese bollo resguardándose todavía para ser saboreado y no perder el aroma. Llega el momento, una caldereta de conejo me va a acompañar mientras la sexta resuena en mis orejas, muy de fondo apenas la percibo. Cojo el primer trozo de bollo, las migas que caen lloran por no ser correspondidas con el plato, lo bailo con la salsa y casi de forma taxidermista por un momento y antes de ingerirlo sueño con lo que ese bollo significa. Para algunos de los lectores la sutil descripción del periplo gastronómico no supondrá gran cosa, para otros y asi espero, sepan entender la metonimia. Esta mañana me levante a eso de las 8 un despertador que cada 10 minutos se empeña en romper los momentos comenzaba su fiesta matutina. Y cual policía en redada me volvía a abalanzar sobre el para inmovilizarlo, me la jugó otra vez más pero ya está. Así, hasta las 8 y 35 y de ahí hasta las 9, la excusa, algo verdaderamente increíble. Un rostro, que aún pensando lo contrario amanece mas bello cada mañana, un pelo capaz de cubrir toda una vida de alegrías y benevolencia, una piel que es capaz de erizarse cuando es emocionada y sobre todo, un corazón que podría ser donado al mismísimo demonio y lo haría bondadoso. Supongo que fue todo tal que así. El despertado ya no sonó más, el tiempo y su reloj vital hizo que a las 9:30 sus dos almas se abrieran a la claridad de la mañana y al mirar sin saber porque, quien la guarecía durante esa noche ya se había marchado. Entonces recordó el sinsabor de una chaqueta, normal por otra parte porque cruda y sin nada de sal, las chaquetas suelen no tener muy buen sabor. Tras acudir fielmente al servicio, llamarse horrorosa en el espejo, gorda en el otro espejo comenzaría a vestirse y la nota cayó. Un escrito escueto, sin el otro, que desearle feliz mañana olvidando lo agrio y áspero que se come un abrigo de rombos cosidos y diciéndole cuanto la quería. Entonces recordó. No sólo la indigestión de la chaqueta, el desplante de piel oscura, el despotismo de aquel que fabrica corcho, de la lapidación del "jamás serán el hombre de mi vida y no quiero enamorarme de ti". En ese momento su débil, chorla, vuelve a caer en el miedo, en la inseguridad, en lo crédulo del amor, en la pureza del querer. Entonces ahí, justo en ese momento, frente al gran espejo barroco del cuarto pintado de chocolate y con pañuelos llorando al suelo, sentada en la cama, entro y sin que te des cuenta me siento a tu lado, de forma plácida y sin alborotar, te aparto el pelo y te estremeces pensado que es el aire de la dichosa máquina del sueño. Pero soy yo, no eres capaz de verme, pero soy yo. Me acerco al oído y le pido a tu cerebro que rebobine. Cierras los ojos y se oscurece lo que con ellos iluminabas. Y te digo sólo una cosa, te amo. Te quise cuando trepaba por la ventana y asustaba a quien ya sabemos, te quise cuando un super héroe reventaba puertas y rescataba a señoritas en peligro, te quise cuando un ridículo pero encantador amigo descuageringaba las mesas de otra caseta perfectamente dispuestas y recogidas. Te quise cuando volvía a ganar el codiciado poker aún cuando no apostabas nada por mi. Te quise cuando, un dj te pidió salir en mi nombre con Ave María. Cuando en casa de tus amigos me aceptaste, cuando en un restaurante de carnes a la brasa empezaste a sentir yo ya te quería, cuando indignada en un barco de regreso a casa te apartaste, te quería, cuando ayer Nolasco plasmó mis sentimientos, te quería. Poca memoria tiene este blog, si por una comida indigesta y cabezona todo se fuera al traste. Esta medio día he llegado a mi casa y colgado de la puerta he visto una bolsa con un bollo, integral además, dentro para que yo lo degustara. Se que me quieres, en innegable y no tengo duda de eso. Comprendo tus miedos y que es difícil seguir el ritmo de alguien que sin tapujos se lanza a la gran aventura del amor, pero chorla, nadie me había dejado nunca un bollo de pan, integral, además, colgado del pomo de la puerta de entrada de mi casa al medio día. A nadie le había pedido salir tantas veces y en tan poco tiempo y en tan distintos formatos. Quédate con la primera a través de las ventanas de tu clase, quédate con la de la choza, quédate con las de ibiza, cabinas de dj o conciertos pero quédate. Que una discusión tonta, no nos lleve a plantear algo tan increíble, que si nos aburrimos un día no sea una tragedia que catapulta nuestro idilio al cuarto trastero, que si te pido la chaqueta y después me apetece que la lleves tu, no sea una premisa para valorar si hay o no hay amor de por medio. Si pasa esto, pararemos, rebobinamos y empezamos de nuevo, creo que esa es la solución. Ahora rebobino... llegamos a tu casa y queremos los dos dormir el uno con el otro. Te pido la chaqueta y te digo que te la dejes puesta que mejor cojo el pañuelo, nos montamos en la moto y dormimos juntos. Hace escasamente una hora te he pedido nuevamente salir y me has dicho que si, es una formalidad que todo el mundo debería experimentar, pero no contigo claro, es decir, si contigo, pero yo sólo. Nos quedamos con eso, me lo recuerdas, me besas y nos dormimos.
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